Escritorio

Igual que mis ideas son atemporales
mi cuerpo no tiene dimensión alguna;
sé que otros distinguen un monitor
donde yo rasgo una ventana,
sé que puedo viajar a Dinard,
o que el sabor de un pastel de nata
puede teletransportarme,
porque en mi teclado
no hay música
sino descargas,
e igual que no existe el lugar
vuelvo a inventarme la palabra “tierra”,
manipulo el píxel de una estampa
para decir “luna”,
donde quise decir “daño”,
y utilizo frases como protecciones,
de puertas tras las que encerrarme.

No sé cuándo es ayer
porque no sé cuándo es aquí,
me refiero a Madrid con la palabra “playa”,
igual que divido la ley matemática
de lo intrínseco
porque desconozco el renglón del “ahora”,
me gabro en las láminas de un poema
en el que puedas escucharme,
ignoro que exista un confín,
me marcho hacia donde nunca estuve.

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